Aturdido por la
coca cola y los pájaros, consciente de tu tristeza peor que la mía. Pido a tus
ojos bestiales defenderme dónde estén. O a las veces que estabas triste y no
podía rozarte y no podías resistir en ningún rincón y corríamos las cortinas y escuchábamos discos de Joe Henry. La suciedad se cebaba con la ropa, dormíamos meses enteros de día, las
servilletas blancas con pastillas, con esa desmoronada parte de ti.
La lluvia vive
antes de caer de las hojas y cae con desprecio en la tierra
La lluvia es muchas
veces un navajazo que cae en las sombras o en frascos de fármacos. Está luz
habitada por el pánico. El conjunto de esas tardes ansiosas y puras, el filo
del alfiler el tuyo, sangre en alfileres de plata.
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